La Toba (El rincón de la felicidad)
Apenas quedaba un atisbo de luz, en la paupérrima lámpara de aceite que alumbraba la celda número 13 del Palacio de Avignon. Solo el crujido de las ratas sobre el doble techo de madera y una persistente tos, se oían en el interior de este cuarto donde Monseñor Cabrera, esperaba que la santa compaña viniese a acompañarlo en su último viaje. En verdad no sabía si sería la Gloria o las eternas tinieblas lo que se iba a encontrar al otro lado de la puerta.
Su tuberculosis terminal hacía que nadie quisiera entrar en sus aposentos, ya que lo más fácil y rápido si querías morir ahogado en los esputos del Bacilo de Koch, era acercarte a un enfermo terminal con esta dolencia.
En el Palacio de Avignon, solo quedaban 11 clérigos, pues tras firmar los pactos de Constanza en 1417 el poder real de la Iglesia había vuelto a Roma y, esta costera villa francesa había quedado condenada al más profundo de los olvidos. Lejos quedaban esos años cercanos a 1378 donde Clemente VII desafiando el poder de Gregorio XI, y con el apoyo de varios reyes europeos hizo de Avignon el centro del poder eclesiástico y el epicentro de las tormentas entre papas, cardenales, príncipes y nobleza.
Bartolomé, el maese de Monseñor Cabrera, entró en la habitación del que había sido su maestro, confesor y líder espiritual, para amortajarlo y enterrarlo bajo piedra; ya llevaba 2 días sin ofrecerle ni agua ni alimento y desde hacía varias horas no se escullaba ningún crepitante pulmonar. Al entrar a la habitación, lo vio tendido, con los ojos abiertos, con su piel cerosa y habiendo abandonado este mundo de penas sin misericordias.
“Baaarrttooloomeee”, dijo con una voz tenue Monseñor Cabrera..”No puedo morir sin contarte antes el gran secreto de mi vida” ..El maese, acerco un taburete, y sentado muy cerca de él escucho atentamente….
“Como bien sabes, nací en España, en la provincia de Granada, en una pequeña aldea llamada Almanciles, a las afueras de la Puebla de Don Fabrique. Fui el tercer hijo de una familia mermada por las guerras y las enfermedades pero donde nunca falto el pan. Ya que a mi hermano mayor, iba a heredar las tierras de mi padre y segundo hermano el ganado, mi familia decidió para mi la vida monástica.
Fue en el seminario de la Puebla donde estudie y recibí mis primeros votos, y debido a las continuas disputas con mis superiores me enviaron de vida monástica a las tierras de Nablanca, cerca del puerto del Pinar donde el pico de la Guillamona y la Sagrá (abreviatura de sagrada), congelan y purifican hasta los espíritus más indomables.
Tras más de 3 años de exilio en ese penoso e inhóspito lugar, el día de Año Nuevo de 1378 pasó una comitiva episcopal presidida por Monseñor Gandia, camino del monasterio de la Vidriera donde lo habían invitado a “huir” desde la Catedral de Granada, tras haber manifestado éste su apoyo a Clemente VII, nuestro amado papa, primer pontífice de Avignon.
Me invitó a ser su Maese, y sin pensármelo dos veces, abandone el inmundo aguajero de Nablanca y me fui con mi maestro al Monasterio de Vidriera.
Las noticias, para la curia que defendimos el cisma francés, eran cada día más preocupantes, hasta que ha principios de Marzo nos informaron que la Inquisición nos había declarado herejes, lo que significaba que solo la tortura y la muerte nos podrán aguardar en tierras españolas.
Ni tres horas, tardamos en preparar nuestro equipaje rumbo al sur de Francia; volver hacia la Puebla de don Fabrique era un verdadero suicidio, pues nos constaba que nos estaban esperando las hordas de la Santa Inquisición. Solo nos quedaba una salida…cruzar la tenebrosa y despoblada sierra del Segura, conseguir llegar a la villa de Yeste, siguiendo el cauce del río Segura y alcanzar la planicie manchega, donde nos sería mucho más fácil viajar sin despertar ningún tipo de suspicacias.
Ese lluvioso amanecer del 16 de Marzo, mi maestro y yo, comenzamos un camino con más sombras que luces y con incertidumbre de poder ser atacados por las numerosas manadas de lobos que poblaban, la oscura Sierra del Segura. Nuestras vidas dependían de un pastor llamado R. Espín que fue nuestro guía y salvador durante la cruel travesía.
Nuestro paso era lento y penoso; el frío y la intensa lluvia, que no paro en esos días no nos dejaba avanzar con decisión. La primera jornada solo pudimos avanzar 10 kilómetros y tuvimos que dormir, en una cobija que R, Espín conocía al cruzar el Río Zumeta. Mucho antes del amanecer, comenzó la peor de las jornadas, teníamos que cruzar Santiago de la Espada antes del amanecer, e intentar llegar a cañada Hermosa antes que la noche del día siguiente se nos echara encima.
La lluvia se convirtió en nieve esa mañana, el intenso frió entre los huesos no nos dejaba articular palabra, intentamos bajar al cauce del rió Segura por Poyotello y tras 20 horas de insoportable sufrimiento y habiendo perdido la única mula bajando hacia Huelga Utrera, conseguimos llegar a la Aldea de Toba. La nevada había cesado, pero un estruendo ensordecedor de agua corriendo por todos nos hacía creer que habíamos caído en el Infierno de Neptuno.
Por suerte esa noche dormimos en una choza de palos, con colchones de paja de unos conocidos de nuestro buen guía. Yo, no podía conciliar el sueño, la ropa mojada, la fiebre y la persistente humedad me hacían temblar y temblar, sin poder entrar en calor…Fue cuando una dulce voz femenina, me dijo que si me quería calentar tendría que desprenderme de todas las ropas mojadas que llevaba, así lo hice, y un calido cuerpo de mujer me cobijó entre sus brazos………Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos……………
Al día siguiente el sol lucia en lo Alto, y lo que me había parecido un infierno la noche anterior, se convirtió en el más bello de los paraísos……….. en el Rincón de Felicidad de este mundo hecho para el mal y no para el amor.
Fruto de aquella noche nació el 28 de Diciembre un niño, un niño al que nunca he conocido pero del que puedo seguir su día a día.
¿Cuál es su nombre? Pregunto su Maese Bartolomé.
Inocente, por haber nacido en ese día.
Fue cuando de entre las sabanas sacó un sobre y me dijo que mi sola misión en la vida tendría que ser entregar ese sobre a Inocente de la Toba. No me resistía a preguntarle como había podido estar en contacto con la madre de su hijo durante todos estos años; a lo que con la voz casi apagada y sin fuerzas me enseño un artilugio del futuro y antes de morir me dijo…
“airfon 4, wifi, wasap, movistar………………..
Seeeeeee fue.eeeeeeee.
Nunca he llegado a comprender el contenido de esas palabras, solo sé que el próximo 14 de Junio iré a la Toba a darle un sobre que lleva 780 euros (por que lo he abierto y lo he contado) a Inocente. Si te quieres venir, te puedes apuntar en la pagina del club, que solo son 75 e. para los socios y que si no eres pues o te haces antes o pagas 30 palotes de más y te hacemos socio para todo este año.
Que si te mola pegarte un pateo de 28 kilómetros por los parajes de la historia pues bien, y si no vas a disfrutar en el entorno natural de la Toba.
Que el payo existe de verdad, que hay cobertura, que te tienes que llevar escarpines para cruzar el rió y que la cerveza estará fría, fría fría.
Y que disculpa por el rollo que te he metido para ofrecerte el viaje a la Toba.
Riguez.
Nos vemos en el rincón de la felicidad….